Las hormigas son unos insectos muy interesantes. A los científicos les gustan mucho para sus estudios por su distribución mundial, su abundancia y su fácil recolección e identificación. Son considerados por muchos como un superorganismo perenne ya que son sociales y actúan de forma coordinada y muy eficientemente como si fuesen uno solo. Además, algunos ejemplares pueden vivir más de 10 años (como las reinas), mucho más que cualquier invertebrado.
Por esta y otras razones, los científicos las han utilizado en estudios de ecología, concretamente para ver la salud de un ecosistema. Son considerados buenos bioindicadores medioambientales ya que al vivir más tiempo que cualquier insecto, nos dan información de procesos de contaminación a corto y largo plazo.
En un trabajo reciente elaborado por científicos italianos se ha medido el contenido en metales pesados en los cuerpos de las hormigas, concretamente de la especie Crematogaster scutellaris, autóctona y muy distribuida por toda la cuenca mediterránea. Han visto una clara correlación entre el contenido en metales pesados de suelos contaminados por actividades industriales y en las hormigas que viven en ellos. De hecho, incluso han visto por modernas técnicas de espectroscopía de rayos X (PIXE, Particle-Induced X-ray Emission) los orgánulos donde se acumulan dichos metales pesados.
La Fuente:
Ants as bioaccumulators of metal from soils: Body content and tissue-specific distribution of metals in the ant Crematogaster scutellaris (2013). Elisa Gramigni, Silvia Calusi, Nicla Gelli, Lorenzo Giuntini, Mirko Massi, Giovanni Delfino, Guido Chelazzi, David Baracchi, Filippo Frizzi, Giacomo Santini. European Journal of Soil Biology, 58, 24-31.